En esta tercera parte, seguimos interpretando Juan 3.16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Ya analizamos el versículo gramaticalmente. Vimos también el contexto literal (capítulo 3.1-21) y algo del contexto cultural. El versículo 14 les tuvo que haber llamado la atención: «Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado».
Suena raro! Pero un judío entendería inmediatamente el mensaje, así como cualquier persona que conozca bien el Antiguo Testamento. Jesús se estaba refiriendo a algo ocurrido con el pueblo de Israel, en el desierto, narrado en el libro de Números.
«Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino. Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel. Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo. Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía» (Números 21.4-9).
No hablamos aquí de una serpiente mágica, o algo por el estilo, y sí de la salida proveída por Dios para que el pueblo se salve.
Lo único que hacía falta para ser salvo del veneno de las serpientes y no morir era mirar a la serpiente de bronce que hiciera Moisés, en otras palabras, lo único necesario era confiar en el remedio dado por Dios, el único capaz de librarlos.
Los que no creyeron murieron y los que creyeron vivieron. Entonces entendemos las palabras de Jesús! Leamos ahora de corrido, los versículos 14 a 16, destacando con negrita el 16:
«Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.» Juan 3-14-16
El mundo está perdido, envenenado y condenado a la muerte eterna, como consecuencia del pecado, pero Dios en su amor proveyó el medio de salvación!
Si crees que sos pecador, incapaz de obtener la salvación por tus méritos, y crees que Jesús es el Hijo de Dios, enviado por Él para salvarte, entregale tu vida y pasá a disfrutar de su gracia!
Gracia esta que nos liberta de la esclavitud del pecado, y nos permite ser libres para servirle al Señor, honrando a Dios, viviendo así para lo que fuimos creados, para la gloria de Dios.